Eusebi Güell, quien financiaba la mayoría de los proyectos
de Gaudí, estableció una colonia obrera en Santa Coloma de Cervelló
(Barcelona), en la que Gaudí debía levantar una iglesia de la cual solo se
construyó la cripta entre los años 1898 y 1914. En esta cripta, Gaudí pudo
ensayar soluciones arquitectónicas que después utilizaría en la Sagrada
Familia. Se podría decir, que usó este proyecto como “laboratorio”.
Según vemos la Cripta de lejos, ya somos capaces de percibir
cierto parecido con la, más que conocida, Sagrada Familia. El pórtico está
formado por un bosque de columnas inclinadas que dan la sensación de seguir la
línea de la naturaleza que las rodea. Al acceder a la Cripta, observamos la
planta poligonal estrellada y nos llama mucho la atención las columnas que la
conforman. Las columnas son de distintos materiales, según el peso que deberían
haber soportado, y tienen formas completamente irregulares, casi experimentales
o “mal hechas”.
Nos fijamos también en los arcos parabólicos, también usados
en la Casa Milà, “La Pedrera” (1906 - 1912), y se confirma el concepto de
“laboratorio” que soporta esta cripta.
Al salir, encontramos una escalera, trivial a ojos de un
cualquiera, pero a nosotros no se nos escapa nada e, investigando, hemos
descubierto que Gaudí varió la forma de esta escalera con el objetivo de salvar
un árbol: “Yo puedo hacer una escalera en 3 semanas, pero se necesitarían 20
años para que un pino crezca”. Al subir dichas escaleras, encontramos lo que
sería el suelo de la iglesia, al descubierto, sin techo, ni paredes. Podemos
observar la planta que la configura y la posición que hubiesen ocupado las
columnas.
Es destacable el espíritu de reciclaje que emana de este
edificio. Los muros están recubiertos de escoria vitrificada procedente de
residuos de hornos de fundición, las rejas de los ventanales se hicieron con
agujas recicladas de máquinas de tejer, etc (todo ello, de la propia colonia
obrera).
Podemos pasar horas descubriendo detalles nuevos y
encontrando parecidos con otros edificios de Gaudí, pero prefiero dejarlo en
vuestras manos y que visitéis la Cripta de la Colonia Güell vosotros mismos.
Irene Carnicero
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